La serie de Netflix “13 reasons why”, con dos temporadas emitidas, cuenta las razones que llevaron a una adolescente, Hannah Baker, a quitarse la vida y el posterior proceso judicial del caso, un caso que da un paso hacia adelante en la producción de contenidos responsables. De hecho, genera un material (con los propios capítulos de la serie y los adicionales) muy útil, apelando a una audiencia muy amplia y poniendo sobre la mesa el necesario debate sobre los temas que propone.
Esta serie, muy criticada por los contenidos que trataba, calificados de “adultos”, trata asuntos como acoso escolar, sexting, violaciones, drogacción, vandalismo hasta homofobia…, contenidos exclusivos para adultos, obvio. Pero quienes trabajamos con estas edades sabemos que estos son temas que viven en la cotidianeidad las y los adolescentes.
Desde mi perspectiva como docente, uno de los graves errores que hemos cometido históricamente ha sido tratar de resolver dichas problemáticas sin contar con las personas directamente afectadas y en la mayoría de ocasiones, tratando de sumar a unas familias que muchas veces, se encontraban ajenas a todo ello, como bien lo relata la serie.
En la producción de contenidos se creaba un tupido velo para ocultar lo que estaba pasando, olvidando además, quiénes lo estaban pasando. Por eso, es necesario hablar de frente y con claridad, con un lenguaje acorde y entendible, y situándonos con quienes lo viven a diario. Y si alguien lo duda, pasad por los lavabos de cualquier instituto.
En esta serie cuentan con un buen trabajo de investigación y asesoría en distintos campos, que es el primer paso para producir un material de calidad. Una producción y guionización que ha contado con un amplio grupo de expertas: psicólogas, trabajadoras sociales, representantes de asociaciones que trabajan con víctimas de agresiones sexuales o de drogodependencia y por supuesto, organizaciones que atienden a familiares de personas que han decidido quitarse la vida.
Y ¿por qué señalo esto? Pues porque solo contando con una asesoría respaldada con investigaciones serias y datos reales sobre los temas a tratar, se puede hablar con precisión. Esto en el mundo de la producción audiovisual, todavía es una práctica bastante escasa, especialmente cuando hablamos de temas que se refieren a la población adolescente, esa que se sigue infantilizando y a la que se continúa estereotipando a través de los contenidos creados para ellas y ellos.
Todo esto se refuerza con una maquinaria de comunicación imparable a través de las redes. La mayoría de su elenco está compuesto por jóvenes artistas, influencers en redes sociales, que cuentan con una gran capacidad de difusión. Jóvenes que han vivido un trabajo de educación y concienciación personal que no han dudado en trasladar a los espacios variados en los que se mueven y eso, cuando millones de adolescentes les siguen y leen, es amplificar verdaderamente el mensaje.
La productora de esta serie ha tenido a bien realizar unos capítulos extras en cada temporada con unos diálogos entre las actrices y los actores con las expertas y asesoras y con el público asistente, donde plantean sus dudas, sus experiencias y sobre todo sus aprendizajes. Este material es de una riqueza pedagógica enorme, porque pone con voces de iguales y a través de sus vivencias el debate que necesitaríamos tener en las aulas y en los espacios de trabajo con adolescentes.
Por supuesto es una serie con una clara visión feminista de la sociedad actual y que no se ha cortado en posicionarse como tal. Y seguramente es por ello que no podía dejar de poner énfasis en lo que la campaña #MeToo ha planteado frente al acoso que vivimos las mujeres de todas las edades en nuestras vidas. Así mismo y sin hacer spoilers, en la segunda temporada, con la puesta en escena del juicio y especialmente el capítulo donde se dicta el veredicto, ha sido imposible no situarnos en aquel 26 de abril donde se dio a conocer la sentencia de la violación de los cinco conocidos como “La Manada” en los San Fermines de 2016: esa constante culpabilización y estigmatización a las víctimas que vivimos a diario y globalmente.
Por todo ello me parece una gran serie que nos invita a entrar en este debate y plantearlo en nuestras realidades. Como docentes, padres y madres es preciso entrar en estas zonas que a veces no queremos afrontar, pero que están ahí y nuestros hijos e hijas las están viviendo. Agradezco al equipo de producción por su apuesta y por ofrecernos las herramientas, y a mis hijos por llevarme hasta ella.
Publicado originalmente en el Blog “Más de la Mitad” del diario 20Minutos, el 20 de agosto de 2018.