No pretendo sonar dogmática, por que es precisamente todo lo contrario, lo que hoy me tiene escribiendo estas letras. Tengo mi forma de pensar, mis puntos de vista sobre cada cosa y obviamente tengo derecho a ello, de la misma manera que las y los demás, pero por ese mismo principio tengo derecho a exigir que se me respete, como pido respeto para las y los otros.
Hablamos de la ley, de la Constitución (a reformar o no), de los principios básicos de las sociedades democráticas, pero solo nos quedamos en palabras, ya que las acciones, como se hace cada día más evidente, son incoherentes como tantos discursos que podemos escuchar.
Pedimos igualdad, pero much@s se molestan cuando se reclama, pedimos solidaridad, pero otr@s se inquietan cuando voces públicas o no, la manifiestan, exigimos libertad, pero cada día nos encontramos con criticas más mordaces a la libertad de expresión o al reclamo social frente al abrupto panorama social que tenemos.
El problema es que se confunden los conceptos. Ayer, durante la gala de los Premios Goya, muchas personas de mi TL, decían de manera muy acertada que valoraban la entereza de aquellas personas que haciendo uso de su libertad, reclamaban esos derechos sociales que día a día vemos como se van esfumando para una gran mayoría.
Pero hoy, al leer diferentes voces y medios, me surge la siguiente pregunta: ¿acaso para que yo defienda que todas las personas tenemos derecho a tener una educación y una sanidad de calidad, un techo digno, una remuneración justa por nuestro trabajo, un entorno social seguro… es necesario que carezca yo de todo aquello? Personalmente creo que no, el sentido de la solidaridad no debe pasar obligatoriamente por la carencia, se es solidari@ cuando se es consciente de la importancia de la igualdad y además cuando se trabaja por ello, sin importar el espacio desde donde lo hagas.
Cuando defiendo la sanidad pública, la defiendo como un derecho de la ciudadanía, ya que, independientemente de si puedo o no pagarme un seguro privado, tengo derecho a reclamar que quienes no puedan, tengan una cobertura pública y de calidad; además defiendo que mi reclamo, no puede ser deslegitimado, porque tenga o no recursos económicos que me permitan ciertas “ventajas” frente a la situación de otras y otros ciudadanos, porque es un reclamo que hago como ciudadana, solidaria y consciente de las consecuencias sociales que trae la desigualdad.
Es una verdadera pena que la idea base de “socializar la riqueza” se confunda o se tergiverse con la de “socializar la pobreza” o las carencias, o las ausencias. Es una pena que la igualdad, la fraternidad y la libertad no se puedan ejercer y vivenciar plenamente desde cualquier postura socio-económica simplemente porque vivimos en una sociedad que no llego a interiorizarlas plenamente.