Violaciones

Llevamos las ultimas semanas presenciando como los medios de comunicación del mundo se hacen eco de los trágicos episodios vividos por algunas mujeres en la India, mujeres que han sido violadas en distintas situaciones, de distintas edades y en distintas ciudades de ese país. La respuesta mediática ha sido inminente, sí, pero el enfoque que se ha dado a la problemática, dista mucho de evidenciar un problema que no solo sufren las mujeres en la India, desafortunadamente este es un problema que se vive en todo el mundo, en distintas situaciones, en mujeres de todas las edades y sin importar ni el credo, ni la ideología política, ni el estrato sociocultural y mucho menos los existentes vínculos familiares o afectivos que se tengan con las victimas.

Miles de mujeres en el mundo sufren a diario de esta lacra, en sus casas, en las calles, en los campos, en los colegios, en los templos religiosos y hasta en los mismos lugares donde se legisla, como el caso que hemos podido conocer de lo sucedido en Bolivia, donde unos diputados están siendo investigados por la presunta violación a una de las empleadas. Y la sensación que nos deja esto, es de no estar seguras en ninguna parte. En Colombia, en medio de su trágico conflicto armado, miles de mujeres han sido violadas por los integrantes de las distintas fuerzas que lo conforman (paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes y hasta los mismos integrantes de las fuerzas armadas estatales tienen denuncias vigentes por este delito) y donde de un tiempo para acá, a las mujeres que trabajan en la atención de estas otras, se les ‘escarmienta con el mismo castigo’.

Hemos visto desfilar a muchas figuras públicas políticas, eclesiásticas y de la farándula mundial por los titulares de los medios de comunicación debido a denuncias relacionadas con esto, también se han conocido en alta voz, casos que por su inhumana violencia han conmocionado a la opinión pública, como el caso de Amanat en la India o el de Rosa Elvira en Bogotá, hace solo unos meses, donde sus agresores la violaron, golpearon y empalaron viva en un parque céntrico de la ciudad o como en el caso de una adolescente en Steubenville, que fue violada por un grupo de hombres en medio de una fiesta y que luego colgaron en las redes sociales las imágenes y relatos, como si fueran su “trofeo de hombría”, caso que conocimos debido a que un grupo de autodenominados hackers, les amenazaron públicamente con denunciarles y ponerles en evidencia social, si no pedían disculpas públicas; pero esta claro que son miles los casos que no conocemos, esos que no llegan a hacerse eco en los medios o que peor aun, no son denunciados por sus victimas.

Hace unos meses, para una investigación en la cual estuve trabajando, pude leer que a través de un estudio sociológico llevado a cabo en Bilbao con mujeres y hombres de distintas zonas de la ciudad y de distintas procedencias, habían determinado cuales eran las zonas y las horas ‘apropiadas’ para que las mujeres transitaran con tranquilidad tanto para su integridad física como para la de sus enseres materiales.

Sin embargo, cuando se conoce un nuevo caso, siempre se cuestionan aspectos como: dónde estaba y en qué condiciones, si estaba sola o acompañada y hasta se pregunta de qué manera iba vestida, como si en nuestro proceso de socialización como mujeres, se nos debiera entregar un manual con las instrucciones precisas para evitar que se nos viole o se nos violente, donde se nos indique cuales son los lugares adecuados para transitar por la vida o nos muestre como no ir vestidas de manera “provocativa” y así no llevar a quienes nos observen a no controlar sus más fieros instintos o a no aceptar un no por respuesta, por que podríamos haber mandado los mensajes equivocados antes de que nos agrediera.

Esta claro que en situaciones como la que desafortunadamente están viviendo las mujeres hindúes, tanto el Estado con sus fuerzas de seguridad y legislativas, deben tomar cartas en el asunto y endurecer los mecanismos de protección de estas, así como la sociedad debe levantarse frente a esta lacra que maltrata de manera atroz a sus mujeres, pero desde luego esta claro que solo con eso no bastara. La solución no esta en que se nos proteja, la solución real esta en que se nos respete.

Una sociedad que no eduque en la igualdad entre hombres y mujeres, que no enseñe a los hombres a respetar como iguales a las mujeres y que no les enseñe que no se les viola, ni se les violenta, que nuestros cuerpos no son trofeos de guerra, ni pertenecen a nadie más que a cada una de nosotras, ni en medio de las guerras, ni bajo los efectos del alcohol, y que cuando decimos no, es no y queremos que ese ‘no’ sea respetado.

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