En medio de una ardua campaña por evitar que se siga retrocediendo en derechos, como consecuencia de las duras políticas antisociales que están siendo instauradas por gobiernos controlados por los intereses y la ideología de unas cuantas personas, políticas de las cuales, por causas directas o indirectas quienes nos veremos más afectadas seremos la mujeres, me viene a la memoria una conversación que mantuve hace pocos días con una persona de las que defienden que las mujeres no tenemos derecho a decidir sobre nuestra maternidad, justificando que tenemos una actitud hipócrita frente a la vida, ya que a nosotras si nos dejaron nacer.
Llevo días dando vueltas sobre ello y sobre mi respuesta a su afirmación; yo, hace años atrás, tuve a mi hijo después de haber tenido un amplio dialogo interno, en el que puse en una balanza todos los elementos que conformaban mi vida en ese momento y mi decisión fue tenerlo, sí, contrario a lo que muchas personas juzgan cuando te ven detrás de una pancarta que clama por el respeto a la libre decisión y eso fue lo que yo hice, tome una decisión, que posiblemente de haber tenido que tomarla en otro momento de mi vida, hubiese sido otra muy distinta.
Aquí, el problema no es como los anti-elección lo quieren hacer ver; no es una batalla entre quienes defienden la vida y quienes no, por que si hablamos de defender la vida, por supuesto que es una de nuestras reivindicaciones primordiales, las feministas abogamos por la vida en condiciones dignas e igualitarias, vidas autónomas y libres de violencias, libres de imposiciones históricamente patriarcales, entre estas la tan mencionada “violencia estructural” de la que hablaba el señor Gallardón y que es precisamente él y su gobierno con sus proyectos de imposición legislativa quien más la genera.
Es entonces cuando me cuestiono el asunto de la hipocresía y me pregunto donde esta realmente. Yo la veo muy nítida en las exigencias de quienes se llenan la boca pregonando que ayudan y gobiernan en beneficio de estas mujeres, pero que al mismo tiempo las condenan con sus leyes y “reformas” -que en el caso de España y al mejor estilo de una dictadura, ya salen a “decretazo limpio”- a permanecer por fuera del mercado laboral, o a salir de este precisamente por una complicación en el embarazo, o a ser excluidas de un proceso de selección para conseguir un trabajo por el solo hecho de desear ser madre o estar en edad de ello y ya ni hablemos de la posibilidad de que su hijo/a venga con problemas de salud, porque aquí se complica más aun la situación, ya que tendrán que verselas para poder cuidarle y así mismo buscar como darle un sustento, debe ser que el señor Ministro no sabe que, o cuidas de la persona dependiente (en este caso tu hijo o hija) o trabajas para tener un techo donde cuidarle y con que alimentarle. Y ante esto me atrevo a decir, que hasta que el tema de la clonación no este en orden y se pueda hacer sin que la iglesia -que mete su nariz en todo- pegue el grito en el cielo, eso va a ser imposible.
Yo tome una decisión en la que tuve en cuenta muchos factores: el físico y el emocional, el económico, el laboral y el académico y decidí que podía y que me apetecía y eso es lo que hoy defiendo, como mujer, como feminista y como ciudadana, el derecho a decidir qué queremos hacer con nuestras vidas, con nuestros cuerpos, con nuestra maternidad.
Nunca una maternidad impuesta por fuerza de una ley, será satisfactoria ni para la madre, ni para sus hijas e hijos y mucho menos cuando las condiciones no están dadas para ello.