Mientras parece que el virus nos da un respiro y empiezan a bajar los contagios, así como las muertes, nos preguntamos cuáles serán los siguientes pasos para salir de la crisis en la que nos ha dejado, en el mundo entero, esta situación inesperada.
Y es aquí, donde el trabajo político no puede hacerse esperar.
Necesitamos una respuesta clara y ágil de quienes administran los recursos y las instituciones públicas y que no se olviden que están allí porque hemos sido, nosotras, la ciudadanía, quienes les hemos puesto allí. Por ello estamos en todo nuestro derecho de exigir que se otorgue prioridad a las situaciones de mayor urgencia y vulnerabilidad.
Ahora bien, internacionalmente se están haciendo lecturas acerca de cómo esta crisis está afectando específicamente a las mujeres: aquellas que se han quedado en el paro, las que están teletrabajando o formando parte de esas ocupaciones denominadas «esenciales», o llevaban meses o años en una búsqueda activa se empleo; sobre cómo nos afecta a nivel de contagio el virus, nuestra exposición y cuales han sido las consecuencias de esto; sobre las dobles o triples jornadas a las que nos estamos viendo abocadas para poder mantenernos en pie, mientras esta ola nos empuja a todas y todos; sobre los recursos con los que contamos o no, para salir de esta crisis, como piezas claves en el entramado social.
Es por esto que ahora mismo, en todo este proceso de «reinvención» o «nueva normalidad» es indispensable reforzar todos aquellos espacios donde se hacen políticas con perspectiva feminista.
Hablo de las concejalías, diputaciones, ministerios y otras entidades públicas, pues es fundamental proveer de herramientas a todas aquellas mujeres que necesitaran contar con las mismas.
El problema es que nos estamos encontrado ahora con una realidad no muy desconocida para las mujeres: el recorte o la postergación de las políticas, programas y/o soluciones a nuestras problemáticas específicas. Y es que como decía Simone de Beauvoir «no olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen».
Esto, señoras y señores, es muy preocupante. No sólo por el retroceso que significa, sino porque demuestra que quienes se promulgaron convencidos de la importancia de la igualdad, nos están demostrando que en realidad no están tan enterados de la importancia de la misma y ahora, cuando más se le necesita.
No, no podemos permitirnos perder todos los espacios que habíamos ganado.
Adicionalmente, porque si ahora, en plena crisis, no exigimos respuestas efectivas a estas situaciones, se seguirán incrementando las brechas entre mujeres y hombres. El resultado ya lo conocemos y está sustanciado suficientemente con datos claros.
Y aunque algunos negacionistas sigan empeñados en negarla, la realidad nos confronta cada día con un incremento en las distintas formas de violencia contra las mujeres y niñas en todo el mundo. Las y los políticos, no pueden simplemente mirar a otro lado.
Os hago una invitación, dejemos solos a los del discurso culpabilizador del 8M y del movimiento feminista. Nosotras tenemos claro dónde estamos y quiénes somos.
Centrémonos en lo importante ahora: exigir a nuestros gobiernos locales, autonómicos y estatales, que se refuercen los espacios de igualdad y que se creen estrategias concretas y programas claros para brindar apoyo y salidas a las mujeres afectadas por la crisis y no menos importante, en reclamar la perspectiva feminista en todas las políticas públicas que se hagan desde todos los espacios de gobernanza.
Somos la mitad de la población y por ello si nosotras avanzamos, las sociedades avanzan. Algo que solo se consigue con acciones programáticas claras, no con discursos, la foto de rigor, y el uso de «nosotras». Eso solo funciona si se cree y se apuesta efectivamente en esa línea.
Estamos cansadas de discursos vacíos y hemos demostrado con creces, que no cualquier acción vale. Que cualquier programa de carácter socioeconómico o cultural y educativo, requiere una lectura desagregada y amplia de los impactos que tiene cada medida en la totalidad de la población.
Preguntaos ¿Cuántos seminarios online o webinars habéis tenido en estos meses con la necesaria perspectiva que requiere esta crisis? ¿Vuestras administraciones han reinventado sus programas de servicios para proveeros de herramientas frente a la crisis del coronavirus? O por el contrario ¿observamos un retroceso o cierre inexplicable de las acciones conducentes a la igualdad?, ¿están nuestras instituciones realizando un repliegue de recursos humanos y materiales a otras áreas consideradas como «más importantes»? Esto preocupa, y mucho.
Mirad por favor a vuestro alrededor. Comprobar el número de programas, los recursos. ¿Qué está pasando realmente con la Igualdad que tanto trabajo nos ha costado y nos sigue costando que se nos reconozca? ¿Estamos retrocediendo?
Si esta es la situación, más nos vale movernos, movilizarnos. Las mujeres bien conocemos esto de darlo y/o sacrificarlo todo, o ese manido «ahora no es el momento de hablar de esto», mientras seguimos esperando eternamente a que sea el momento para resolver nuestros problemas…
¡Queridas señoras, nuestros problemas también son estos y nuestras necesidades y soluciones no pueden esperar más!
De Beauvoir termina la frase citada anteriormente, recordándonos que para el sistema patriarcal estos derechos, nuestros derechos «nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida».
Por eso, ahora que estamos enfrentando esta crisis global, tendremos que estar vigilantes y ejerciendo nuestra ciudadanía de manera activa, responsable y comprometida, porque nosotras si hemos entendido que, sin nuestras ruedas, el carro social no rueda igual.
Publicado originalmente en Público, el 7 de junio de 2.020.