En breve la ciudadanía europea tiene una cita en las urnas. Las elecciones al parlamento europeo se celebrarán los primeros días de junio y ya han empezado los debates y acciones de campaña, pero el elemento que más puede leerse, desde algunos sectores con necesaria prevención, es la subida de las extremas derechas en la visibilidad política, no solo del viejo continente, sino en el mundo entero.
Y es que en los últimos años este posicionamiento se está haciendo cada vez más evidente, no solo por la entrada de los partidos directamente reconocidos como extrema derecha, sino por el que estamos viendo de aquellos partidos de derecha que cada vez endurecen más sus políticas conservadoras y neoliberales.
En España, tenemos un claro ejemplo en la Comunidad de Madrid, donde el Partido Popular pactó sin ningún pudor con Vox, pero en este periodo tenemos un gobierno en mayoría del PP con políticas que bien podrían venir en el programa político de sus antiguos aliados.
En Italia con Meloni, Austria con esa alianza entre el FPO y OVP, Francia con el avance de Le Pen, que aunque ha sido contenido por un cordón sanitario, sigue tejiendo alianzas con sus homólogos y Alemania, donde a nivel regional Alternativa para Alemania está posicionado como el segundo partido.
Hungría, Finlandia, Polonia también forman parte de este panorama, pero en Latinoamérica se está dibujando el mismo mapa con Bukele en El Salvador, Milei en Argentina, Novoa en Ecuador, Paraguay, Uruguay. Y mirando hacia el Norte, la posibilidad de que Trump vuelva a la presidencia de Estados Unidos aumenta aún más la presión en los países donde gobiernan los partidos con políticas sociales.
No descubrimos nada nuevo cuando señalamos los efectos que esto tiene en la política global: un claro retroceso en derechos y libertades, reducción del estado de bienestar y por supuesto, esta sombra belicista que nos está cubriendo.
La ciudadanía debería exigir eliminación de la presencia de estos mensajes cargados de discriminación y odio. La xenofobia, la homofobia, la misoginia y toda una serie de argumentos que abogan o justifican retrocesos en los avances sociales que hemos conseguido no pueden ser la línea discursiva.
En la campaña para la alcaldía de Londres, recibimos en casa folletos con las diferentes candidaturas. Inaceptable por ejemplo el del candidato del partido Britain First, Nick Scanlon. Un individuo que apela directamente al «No To Immigration» como slogan de campaña, ignorando así que la historia de este país se ha construido y se sigue construyendo sobre la inmigración, o que los Estados Unidos quedarían prácticamente vacíos bajo esa lógica.
La extrema derecha tiene una agenda perfectamente clara, bien sea desde los discursos más retrógrados y conservadores o desde aquellos que se quieren vender como estrategias de progreso y libertad, pero que en realidad son neoliberalismo puro y duro. Discursos que defienden el secuestro de personas en los Centros de Internamiento de Extranjeros o las cárceles panópticas de Bukele, la venta de órganos, la explotación sexual y reproductiva o hasta la esclavitud. Y no me invento nada; basta leer los discursos de campaña que llevaron a hombres y mujeres de la extrema derecha a los parlamentos en los últimos años.
Según la profesora Ruth Wodak, la normalización de los discursos y las políticas «descaradas» de la extrema derecha se hicieron evidentes en recientes campañas como la del Brexit o las crisis migratorias, algo que ella denomina como populismo de derechas.
El mecanismo de sus discursos se sustenta en mantener la provocación y escandalización de la audiencia, creando un estado de indignación y confusión constante en su electorado. De esta forma, cuando se les presenta pruebas que desmontan sus discursos, apelan dramáticamente a su público posicionándose como víctimas de la libertad de expresión, extrapolando comparativas de políticos y políticas del signo contrario o exagerando sucesos. Materiales que sirven de munición a las fake news y los medios que las difunden; aumentando aún más la indignación y confusión.
¿Qué objetivo persigue este discurso? En realidad trata de enfangar o crear ruido. Una fórmula para mantener a su electorado en un estado emocional alterado que facilite su manipulación con consignas, memes o chascarrillos; evitando un espacio sosegado que posibilite el pensamiento crítico y el debate político.
Y como es de esperarse los retrocesos sociales han sido y siguen siendo lo que realmente está detrás de sus agendas conservadoras. El desmontaje de políticas sociales, obtenidas a través de años de esfuerzo y movilización social y política, no tardan en verse cuando estos discursos contaminan los espacios de la representación política.
Por todo esto, iniciativas como Mi Voz Mi Decisión para la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de todas, son fundamentales ahora mismo. Urge apoyar y crear estrategias de representación ciudadana que paren la movilización de la extrema derecha y que les impidan destrozar los logros sociales por los que hemos luchado desde el Feminismo.
Y no podemos olvidar que uno de esos derechos conseguidos es el derecho al voto, por ello también es necesario recordar que entre los días 6 y 9 de junio tenemos una cita en las urnas que elegirán la representación del Parlamento Europeo. Votemos, y que se oiga nuestros votos, pues nos estamos jugando mucho.
Publicado originalmente en Público, el 21 de junio de 2.024.